De acompañamiento, con romero, menta y rollos de masa filo… para olvidarse un rato de la espinaca a la crema.

2 personas • 45 minutos

  • ½ malla de espinacas
  • 1 puñado de hojas de menta
  • ½ cebolla
  • 1 diente de ajo
  • 1 cucharada de romero, picado
  • 2 láminas de masa fillo
  • 2 cucharadas de yogurt natural
  • 1 cucharada de mantequilla
  • ½ taza de queso feta (opcional)

Prende el horno y déjalo calentar a temperatura media. Lava las hojas de espinaca, sácales el tallo y luego pícalas. Ni tan finas ni tan gruesas. Pica la cebolla y el ajo, bien finos. También pica las hojas de menta.

La masa fillo la venden en los supermercados, vienen varias láminas enrolladas dentro de una caja. Separa entonces 2 láminas, puedes congelar el resto. Enrolla cada una sobre sí misma y luego córtalas cada 2 cm más o menos.

Ponlas sobre un pedazo de papel aluminio y hazle a éste un borde levantado. Derrite la mantequilla y repártela sobre los pedazos de masa. Hornea por 10 a 15 minutos a fuego bajo, hasta que se doren.

Por mientras, en un wok o sartén grande, calienta un poco de aceite y dora la cebolla, el ajo, sal y pimienta. Pasados unos 3 minutos, agrega la espinaca, la menta y el romero. Calienta hasta que todo esté blando y se haya reducido en volumen, unos 5 minutos más.

Luego baja el fuego y pon el wok sobre un tostador para mantener la mezcla caliente hasta que la masa esté lista. Cuando lo esté, echa el yogurt en el wok y mezcla bien. Echa todo en un bowl o fuente honda. En un hueco en el centro, pon el queso y encima, alrededor, la masa.

Si no encuentras queso feta, usa queso fresco. En este caso usé mascarpone, que tenía por ahí.