Una buena compañía para la lluvia que no llega nunca. Con longanicillas doradas en harina de quínoa y tomates cherry asados.

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4 personas • 2 horas

  • 2 tazas de porotos negros, remojados desde la noche anterior
  • 2 litros de caldo de pollo (ó 2 cubitos)
  • 1 paquete de longanicilla parrillera de Cecinas Llanquihue
  • 3 cucharadas de quínoa
  • 1 paquete de tomates cherry

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Unas 2 horas antes del almuerzo o comida, echa a cocer los porotos en el caldo. Agrega sal, pimienta y aliña con lo que tengas a mano; un poco de merquén, alguna hierba fresca y tu aliño en salsa favorito. Cuece a fuego lento por alrededor de 2 horas, con la olla tapada. Si tienes olla a presión, el tiempo de cocción se reduce a 1 hora y cuarto.

Cuando ya estén blandos, con buen sabor y bien de sal, apaga el fuego y reserva con la olla tapada. Ajusta con tus aliños si crees que le falta un poco de gusto.

En la 1-2-3 muele bien la quínoa, hasta que quede una harina poco refinada. La idea es que queden algunos granos más gruesos. Corta las longanicillas en rodajas gruesas y de manera diagonal.

03

Prende el horno a temperatura media. En una fuente para horno, echa los tomates y embetúnalos bien con aceite de oliva, sal gruesa y pimienta. Hornea (agitando la fuente de vez en cuando para que rueden) hasta que la cáscara de los tomates comience a romperse. Saca la fuente y reserva.

Calienta nuevamente, a fuego bajo, la olla con los porotos.

En un sartén con un poco de aceite y a fuego medio, dora las longanicillas. Revuelve la mayoría del tiempo, para que se doren de manera pareja. Cuando ya hayan tomado color, pasados unos 10 minutos, agrega la harina de quínoa y sigue revolviendo por unos 2 minutos más, o hasta que la harina se dore.

Sirve los porotos y encima los tomates con las longanicillas.